ESCUELA BÍBLICA, DOMINCAL
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN
Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Salmos 127:1 (RV60)
Décimo Segunda lección
La meta: fortalecer y salvar el matrimonio
Versículo para memorizar: "Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer." (1 Corintios 7:10, 11)
Enseñanza Bíblica
Una de las inclinaciones más frecuentes de quienes están atravesando por enormes dificultades en su relación matrimonial, es la de separarse. Dejan navegar la embarcación cuando pudieran salvarla si pusieran de sí mismos.
El apóstol Pablo fue claro al recomendar: "Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer." (1 Corintios 7:10, 11)
La pregunta, con base en el texto, es: ¿Cuál es la voluntad de Dios para el matrimonio? Al menos Xx aspectos. El primero, que haya unidad en la relación. No que haya separación, sino unidad. Segundo, que no haya conatos de desunión, como millares de personas que ante el surgimiento de dificultades, se orientan hacia el divorcio. Tercero, que haya reconciliación.
Nuestro llamado como pareja es a permanecer firmes cualesquiera que sean las circunstancias. No salir corriendo apenas surgen las primeras dificultades y considerar que "separación" es más importante que "conciliación".
1.- La importancia de la comunicación.
Un elemento de mucha significación e importancia en la relación matrimonial lo constituye una buena comunicación. Lo más negativo es romper el diálogo cuando se tienen diferencias al interior de la pareja.
Resulta fundamental la conciliación. Acordar sobre puntos en los que hayan opiniones encontradas.
Comunicarse, es dialogar. Dialogar está asociado con la búsqueda de soluciones. Y las soluciones son un ingrediente que necesita todo matrimonio para evitar que se produzca un desmoronamiento de los lazos que les unen.
2.- Comparta tiempo juntos.
Resulta curioso que durante el noviazgo los componentes de la pareja anhelaban cualquier espacio de tiempo disponible para pasarlo juntos. No obstante cuando se unen en matrimonio, comienzan a ocuparse cada quien en sus propios asuntos.
Esa es una de las razones por las cuales se produce el fracturamiento de la relación y se puede llegar fácilmente a la separación. Es importante que se pregunte, ¿cuánto tiempo paso con mi pareja? Y También: ¿Cuánto tiempo dedico a mis hijos?
3.- El plan de Dios para el matrimonio es la estabilidad.
Cuando leemos pasajes bíblicos de tanta profundidad como el pronunciamiento del Señor Jesús respecto del matrimonio, entendemos cuál es el propósito divino:
"Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre." (Mateo 19:3-6)
Sin duda el propósito del Creador para la relación matrimonial es que haya solidez. Ese ha sido su propósito original. Que seamos felices a través de la relación que compartimos con el cónyuge.
Cuando no estamos unidos a Dios y por tanto, ignorando sus principios para la relación matrimonial, sin duda tropezaremos con una pared y estaremos, como consecuencia, inmersos en dificultades y peleas permanentes.
¿Qué hacer?
- Someternos al plan de Dios para nuestro matrimonio, concediéndole el lugar que le corresponde.
- Deponer el orgullo que nos impide reconocer los errores.
- Perdonar las ofensas.
- Conceder el grado de respeto que le corresponde a nuestro cónyuge.
Recuerde siempre que nuestro Padre celestial desea que seamos felices. Y eso implica ceder de parte nuestra para que la pareja sea feliz. Si no sabemos atemperarnos a una relación, no importa cuántas veces nos separemos y volvamos a unir, siempre enfrentaremos tropiezos. El problema no está en el cónyuge sino en nosotros.
Es importante tener en cuenta que en el matrimonio se une, no a dos seres perfectos sino imperfectos. Cada un tiene lo que el otro necesita. Y paralelamente cada componente trae una carga de defectos con los cuales debemos tratar.
Otro elemento que no podemos olvidar es que no siempre la separación trae la paz y tranquilidad que aspiran lograr quienes acuden a esta medida desesperada. Por el contrario, quien se separa, enfrenta las consecuencias que se derivan de su decisión.
Por todo lo anterior es menester que busquemos mantener la unidad del matrimonio y que lo hagamos siempre tomados de la mano poderosa del Señor Jesús, nuestro Salvador y como reza una frase muy popular: "El amigo que nunca falla".
Lecturas Devocionales.
Lunes: Génesis 45:1-18.
Martes: Deuteronomio 9:1-6.
Miércoles: Salmo 89:1-18.
Jueves: Salmo 67:1-7.
Viernes: Salmo 76:1-12.
Sábado: Isaías 1:1-20.
Domingo: Isaías 5:8-30.
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